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o 1 BUZÓN AGENDA PARA LEER ANDANDO HUELLAS AJENAS LITERATURAENBREVE

viernes, 1 de febrero de 2008

Turipilepa...

No pude transformarme en princesa porque el imbécil seguía mirando. Yo era un rotulador verde y quería hacerlo, de veras, por ver la sonrisa de mi chico mirándome embelesado.
—¡Turipilepa! —mi chico me apuntaba con la varita.
Sentí el cosquilleo. “Quieta” me dije. “Aguanta” ¡Oh! y sí, el capullo de la fila de atrás me seguía clavando los ojos por todo el cuerpo.
—¡Turipilepa! —decía cada vez más fuerte mi chico.
¡Qué guapo era! Que ganas… y el otro allí, mirándome como si no le importara nada más.
—¡Turipilepa!¡Turipilepa!
No me moví y mi chico acabó por cambiarme por la ególatra del rotulador azul. Y ella se esforzaría, sí. Sólo espero que el imbécil la esté mirando.
Sí.
Mirándola.
Fijamente.

10 pisaron la hierba:

Hank dijo...

Me rindo. Lo he leído varias veces y no lo comprendo. Creo que es por la resaca (sin embargo, el otro turipilepa me ha fascinado).
En fin, cosas que (me) pasan.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Lo más seguro es que, a pesar de mirar fijamente, si te hubieras convertido en princesa - ¿no lo eres? - el imbécil seguiría viendo sólo a un rotulador

Paul Vareda dijo...

Miro.
Fijamente. (Si.)
Como un imbécil...

Arilena dijo...

Muchas veces hank (no se lo digas a nadie) ni yo misma entiendo los textos que escribo.
Quizás tengo una pequeña intuición pero no sabría explicarla tampoco.
Cosas que (también a mi me) pasan.

Un abrazo inexplicado.

Arilena dijo...

¿Y si el imbécil mira una princesa fijamente? Yo creo que entonces —aunque ella quisiera— tampoco podría convertirse en rotulador.

Arilena dijo...

Bienvenido, Paul Vereda. Gracias por el comentario y gracias (sí, gracias) por la señal.

Carlos Frontera dijo...

A ver: como a HANK, a mí también me ha costado entender de qué iba todo esto, y aún no estoy muy seguro de si lo entiendo. En ciertos cuentos, es bueno dejar un enigma flotando en el aire, pero creo que, en esta ocasión, está demasiado enrevesado.

Me parece que el comienzo resulta algo confuso, no me queda claro en una primera lectura si el imbécil es el mismo del que luego espera una sonrisa embelesada y le apunta con la varita.
Además, echo de menos una referencia al rotulador rosa, la princesa de los rotuladores (ya sé, es un tópico y blablabla, pero creo que no hay otra forma en que un rotulador verde pueda transformarse en princesa).

El final me parece muy bueno. Y aplaudo la forma que tienes de mirar el mundo, admirable que conviertas a un rotulador en una princesa.

Un abrazo rosa.

Anónimo dijo...

¿Y si el imbécil mira una princesa fijamente? Yo creo que entonces —aunque ella quisiera— tampoco podría convertirse en rotulador.

Sí!!

Y sus dedos disparaban rayos cegadores. Giró las manos con gestos precisos, mesurados, sin pérdida, sin gasto, necesarios. Como los de un experto en artes marciales.
A los 30 segundos ya nadie miraba fijamente.
Pronunció un Turilepa con las manos juntas y siguió con su tarea a tientas.

Arilena dijo...

Lo he cambiado un poco, el principio, poniendo, como decía el viajero, algún dato más para que no quede tan confuso quién es el imbécil y quien el chico que transforma el rotulador.

En lo del rotulador rosa... no estoy muy de acuerdo. Es muy tópico y si un rotulador puede transformarse en princesa entonces uno verde también puede hacerlo sin problemas. Otra cosa es que haya un imbécil mirando... ahí ya se complica ;)

Hugo Izarra dijo...

Esas tres últimas líneas.
Esas tres últimas palabras.
Son tres disparos en la frente.