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o 1 BUZÓN AGENDA PARA LEER ANDANDO HUELLAS AJENAS LITERATURAENBREVE

jueves, 14 de febrero de 2008

Cómo ocurren las cosas (o el lugar de dónde vienen)

Para Hank que preguntó

Una muchedumbre le grita al escritor. Están parados delante de su casa —el tercer piso de un edificio blanco, muy blanco— y gritan con enfado hacia las ventanas cerradas. Algunos tiran piedras.
—¿Cómo se te ocurren estas cosas? —gritan.
El escritor sale a la terraza. Él —seguro que sí— preferiría que no se lo preguntaran. No le gustan las multitudes. Prefiere las personas.
—¿De dónde vienen? —la multitud sigue gritando.
El escritor se rinde. Será mejor que se lo diga, piensa. Suspira, mira las caras que esperan conteniendo la respiración allí abajo, esperando que hable. Que él les hable.
—Pues el truco —empieza dubitativo—, el truco es salir por las mañanas temprano a coleccionar saltamontes.
Mira hacia abajo. Sabe que diga lo que diga no le creerán pero aún así le escuchan, quieren saber.
—¿Cómo se le ocurren estas cosas? —dicen, pero es apenas un susurro.
—Aunque un amigo —continúa el escritor— dice que no, que el truco está en que lo que hay que coleccionar no son saltamontes sino rabos de lagartija.
Entre la multitud, sólo se oyen las respiraciones pausadas de quienes escuchan de verdad.
—Y un tercero piensa que en absoluto es ninguna de estas cosas. Me dice que lo que hay que coleccionar son esos trozos de vaquero que se rompen de los pantalones de las adolescentes los viernes por la tarde.
La muchedumbre, ahí abajo, se agita nerviosa.
—¡Habrase visto cosa igual!— decían algunos—. ¡Miente! ¡Miente! ¡Es seguro que lo hace!
Pero otros se lanzaban miradas furtivas y —el escritor estaba seguro— ese viernes saldrían a recolectar trocitos de tela azul enganchados en los salientes de las baldosas de las aceras o en alguna valla baja. Esto le hizo sonreír.
Incluso llegó a pensar que no sería mala idea sacar la colección de saltamontes del desván. Quitarles el polvo un poco quizás y, si el tiempo era propicio, salir a la mañana siguiente. Puede que encontrara uno de aquellos difíciles de ver, uno de esos saltamontes que cualquier coleccionista se pasa la vida buscando.

5 pisaron la hierba:

Carlos Frontera dijo...

Fantástica tu respuesta a Hank, Arilena. Conforme lo iba leyendo, creí que la multitud no creería al escritor cuanto reveló su truco (coleccionar saltamontes), y entonces, para aplacar la furia de la multitud que se creía engañada, inventaría otros trucos más "creíbles", que la multitud aceptaría, aplaudiría. Al día siguiente, el escritor saldría a coleccionar saltamontes.

No estoy diciendo que esta versión que me he ido representando me guste más que la tuya, sólo te cuento lo que me sugería el relato en marcha.
Desbordante imaginación la tuya.

(Por cierto, tu estilo me recuerda al de Unai Elorriaga, ¿lo conoces?. Si no, te recomiendo su primer libro, Un tranvía en SP. Los demás no me parecen tan buenos, o al menos no dejan de ser una repetición de lo que hizo original al primero -en mi modesta opinión).

PD. Revisa los "ahí abajo" del texto, hay alguno que creo que sobra, ya está claro desde el comienzo que la multitud está abajo.

Mis felicitaciones por el relato.

Arilena dijo...

Ya están corregidos los "ahí abajo". He dejado alguno<, pero la repeción como dices quedaba mal.
He cambiado un poco también la frase que puede que sea la que te hizo pensar eso que dices:
Ahora sabe que creeran cualquier cosa que diga.
por:
Sabe que diga lo que diga no le ci>reerán pero aún así le escuchan, quieren saber.

Me suena de nombre Unai Elorriaga. Buscaré algo suyo en cuanto acabe con un par de libros pendientes (Los últimos percances y Velocidad de los jardines) Gracias por la recomendación.

Carlos Frontera dijo...

Se me olvidó comentarte: dices "hállase visto cosa igual", cuando la forma correcta, si no me equivoco, es "habráse visto" (dudo si con tilde o sin ella, como viene de "se habrá").

Excelente la elección de libros pendientes, tanto el Hipólito G. Navarro como el de Eloy Tizón, cada uno en su estilo, son magníficos.

Anónimo dijo...

"—¡Hállase visto cosa igual!" -----> aquesto es MUY brillante!!

gran cuento, aunque yo colecciono otros insectos, ya se sabe, cada maestrillo...

Anónimo dijo...

Si mi pregunta retórica ha dado tanto de sí dentro de tu cabeza, creo que te preguntaré muuuchas más cosas, Arilena ocurrente. Por ejemplo, ésta que me viene a bote pronto: si pisamos la hierba ¿corremos el peligro de aplastar caracoles a nuestro paso? Depende de tantas cosas...

Como a mi viejo conocido (y quizás pronto buen amigo) Solitario, me sorprende la imaginación no fantástica que tienes. El que no sea fantástica es algo importante para mí. No soy demasiado amigo de unicornios, de magos voladores, o de monstruos ultraterrenos, no; me gusta la magia, los prodigios y los misterios de la cosa cotidiana, casi aplicables, así más o menos como me la presentas tú en este microcuento.

Gracias por prestarme la atención que me merezco (¿o no?).

Por cierto, creo que tu Hállase es del verbo haber y, o mucho me equivoco o esa elle debería ser una i griega, o sea Háyase.

Abrazo.