[...] Entonces —debía ser tarde, ya no quedaban pájaros—, vimos como el gato sacaba una pata por entre las tapas y tocaba, rozaba apenas, la tierra de debajo. Nos debimos de quedar mudos. Escuchamos como erizaba el pelo y sacaba las uñas y como luego volvía al interior de su maleta —porque era su maleta— sin más aspavientos, sin que el mundo hubiera cambiado en absoluto. Aún así nos apresuramos a encerrarlo allí dentro, de golpe.
—Nunca más —nos dijimos.
Luego Víctor cargó su equipaje en el coche y Pedro volvió a casa. Yo todavía me quedé un rato más, pensando en el abuelo. [...]
4 pisaron la hierba:
Oye, que ese gato resulta bastante extraño... ¿no será pariente del gato de cheshire?
Saludos
Un anciano; moribundo; viajero constante; que se hace acompañar (y no digo que lleva, pues el objeto en cuestión parece que tiene vida)por una maleta en cuyo interior habita un pequeño y misterioso gato; deja en tácita herencia a su nieta, el objeto y el animal que en él se refugia...
Pues no sé qué decir al respecto.
un gato que nos hace recordar, que nos da su arañazo dulce, sin querer...
Arilena, un abrazo fresquito...!
:-)
No le he preguntado. Puede que su primo o algo parecido. Veamos.
Sinceramente, yo tampoco sé que decir Raúl. La verdad es que no tengo ni idea de lo que es ese gato. Al menos hasta que acabe el cuento.
Abrazos fresquitos también para tí, Marina(el otro día llovió aquí -ando por tierras inglesas-)
Publicar un comentario