Redondo y verde
—No, así es el infierno.
—¿Redondo y verde? —pregunto.
—No, no.
Los compañeros me miran. El profesor, con aquel libro tan gordo en las manos, me mira.
—Entonces —digo— ¿es azul oscuro, salado, como el mar?
El profesor se toca las gafas. Deja el libro sobre la mesa.
—Yo lo preferiría amarillo, lleno de dientes de león para soplar —se atreve a decir alguien.
—No, no. ¡No!
—¡Mullido! —grita alguien.
Todos hablan.
—¡Mojado! ¡Dulce! ¡Lleno de saltamontes!
El profesor toma aire. Coge el libro y vuelve a empezar. Luego dice serio:
—Niños, así es el infierno.
Y yo afirmo:
—Redondo y verde.
—¿Redondo y verde? —pregunto.
—No, no.
Los compañeros me miran. El profesor, con aquel libro tan gordo en las manos, me mira.
—Entonces —digo— ¿es azul oscuro, salado, como el mar?
El profesor se toca las gafas. Deja el libro sobre la mesa.
—Yo lo preferiría amarillo, lleno de dientes de león para soplar —se atreve a decir alguien.
—No, no. ¡No!
—¡Mullido! —grita alguien.
Todos hablan.
—¡Mojado! ¡Dulce! ¡Lleno de saltamontes!
El profesor toma aire. Coge el libro y vuelve a empezar. Luego dice serio:
—Niños, así es el infierno.
Y yo afirmo:
—Redondo y verde.
Finalista en el concruso Relatos en Cadena de Escuela de Escritura y Cadena SER
Se puede leer AQUÍ
1 pisaron la hierba:
Enhorabuena, guapa. Ya van dos finalistas, ¿no? Eso es que rozas el premio.
Chiki
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