Mitades
Salí a la parte de atr4ás. Miré en la cesta. Lo que había dentro lanzaba un brillo plateado bajo la luz del porche. Lo que había dentro llenaba toda la cesta. Los acqué. Lo levanté. Y me quedé con aquella mitad en la mano.
RAYMOND CARVER
Nadie dijo nada
¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (1976)
—Yo sólo encargué la mitad— siguió diciendo—. La mitad de esa maldita trucha que tu siempre me pides.
Todavía no se había quitado el abrigo y de la parte de atrás caían las últimas gotas de lluvia haciendo un pequeño charquito entre las baldosas blancas de la cocina. Seguía frente a ella, ofreciendole con los brazos extendidos la bolsa del pescado.
—¡Quítate el abrigo, vas a mojarlo todo!— le dijo.
Sacó una sartén y le cojió la bolsa de la mano. Desenvolvió el paquete con rapidez, —como si fuera algo que hiciese de memoria, sin pensar—, y sobre una tabla de madera separó las espinas blancas de la carne. De la mitad de la carne.
—Esto estará hecho en un ratito. Prepárate tu plato —dijo, sin mirarle— yo creo que me haré otra cosa.
Él ya se había quitado el abrigo pero seguía de pie, en la puerta de la cocina.
—Yo sólo encargué la mitad.
—Ya —dijo ella, despacio—pero eso no me sirve.