Hasta siempre, Vladimir.
—Hasta siempre, Vladimir.
Los dos se sientan en un banco de un parque de las afueras.
—¿No volverás nunca?— le pregunta él.
—No.
—¿Y qué le diré a mis padres, a mi familia?
—No volveremos a vernos, es lo mejor.
Él calla. "No" dice con la cabeza, resignado. Luego ambos miran dos hojas marrones caer lentamente de uno de los árboles.
—La vida es trágica— dicen a la vez y se miran.
—Volvamos a casa— dice ella.
Y a él no le queda otra cosa que contestar.
—Volvamos a casa.
Los dos se sientan en un banco de un parque de las afueras.
—¿No volverás nunca?— le pregunta él.
—No.
—¿Y qué le diré a mis padres, a mi familia?
—No volveremos a vernos, es lo mejor.
Él calla. "No" dice con la cabeza, resignado. Luego ambos miran dos hojas marrones caer lentamente de uno de los árboles.
—La vida es trágica— dicen a la vez y se miran.
—Volvamos a casa— dice ella.
Y a él no le queda otra cosa que contestar.
—Volvamos a casa.
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