Ácidas
Simplemente era un gusano[...]. Cuando encontraba un trozo lo suficientemente grande o que aparentaba ser jugoso, se lo cargaba a la espalda y se deslizaba, como sin prisa, a toda velocidad entre los coches, sorteándolos de una manera natural y poco cuestionable.
Neumáticos amargos, bocinas dulces, el cambio y la transmisión —pero no el resto del fuselaje, eso es como mezclar limón y mermelada— de un salado marino.
Pero sin duda, lo mejor de todo son las palancas de cambio ácidas —otros dicen que correosas, qué sabrán ellos de exquisiteces—. Ácidas, sí.
Ácidas.
Pero sin duda, lo mejor de todo son las palancas de cambio ácidas —otros dicen que correosas, qué sabrán ellos de exquisiteces—. Ácidas, sí.
Ácidas.
1 pisaron la hierba:
tengo el corazón de caucho, un poco amargo...
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